Pilar de Valderrama: La marginalización de una escritora frente al mito de la Musa

Nacida el 27 de septiembre de 1889, Pilar de Valderrama, perteneciente a la Generación del 27, se convertiría en una poeta y dramaturga que, al igual que otras tantas mujeres escritoras, sería ignorada por la crítica literaria contemporánea. Valderrama sería recordada, más que como una gran intelectual de su época, por tratarse de la musa del ilustre Antonio Machado, razón por la que sería acusada y tachada de manipuladora, siendo el único objetivo que se le atribuye el de alcanzar la fama a través de la figura del poeta. Pilar de Valderrama fue convertida por varios estudiosos en la femme fatale.

Sus inicios como poeta estarían vinculados a la distancia sentimental en su matrimonio con Rafael Martínez Romarate, dicha situación la llevaría a resguardarse en la lectura y en la invención de poemas en los cuales vertía su desamparo y tristeza, siendo su primera obra Las Piedras de Horeb. Encuadrada en la Edad de Plata de la literatura española sus obras beben de figuras como San Juan de la Cruz, Jorge Manrique y Gonzalo de Berceo, entre otros, y contemporáneos, como Antonio Machado. Piezas que pueden definirse como intimistas.

Su melancolía no le impediría interesarse por las propuestas culturales del Madrid de la época, destacando su posición como miembro fundador de El Lyceum Club, una sociedad feminista que sería criticada por las clases sociales más conservadoras. Tuvo la oportunidad de codearse con mujeres tan destacadas como Clara Campoamor, Isabel Oyorzábal y Victoria Kent, entre otras, así como de socavar en la problemática coyuntura general de la mujer en el matrimonio burgués. Valderrama defendió el derecho de la mujer al acceso cultural, la equidad económica dentro del matrimonio y la equiparación de los derechos civiles de la mujer con respecto al varón, si bien es cierto, conocida es su oposición al sufragio femenino pues defendía que “solo debían votar aquellas mujeres que estuvieran preparadas intelectualmente”, motivo por el cual podemos relacionar su pensamiento con el feminismo católico de los años 20.

Autora de tres títulos teatrales – El tercer mundo, La vida que no se vive y El sueño de las tres princesas – debemos destacar que, además, fue la principal propulsora y creadora, junto con su marido, de Fantasio, uno de los más destacados teatros de cámara de Madrid. Considerado una novedad teatral, esta tipología facilitó a numerosas mujeres sin acceso a escenarios comerciales la posibilidad de representar sus obras en este Teatro de Arte, como, por ejemplo, fue el caso de Carmen Baroja y la misma Pilar de Valderrama.

Su carrera profesional sería ultrajada por un considerable número de estudiosos de Machado, quien acabó profundamente enamorado de Valderrama tras su primer encuentro en 1928. Una afectividad que quedaría perfectamente reflejada en sus cartas hacia ella, recopiladas en la memoria póstuma de la dramaturga titulada Sí, soy Guiomar. Memorias de mi vida (1981). Ese rechazo vendría marcado además por la comparativa con la primera esposa “dócil y niña” del poeta, Leonor Izquierdo, y los estragos que su relación con Valderrama, por sus posturas conservadoras, pudieran tener en la estampa del poeta.

De un modo u otro, la musa de Machado terminó siendo víctima, al igual que muchas otras escritoras, del rechazo y el menosprecio provocados por la misoginia que aún persiste en ciertos círculos intelectuales.

Por Rocío Martínez

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