La llegada de la Ilustración a España supuso la desaceleración de la actividad inquisitorial en la segunda mitad del siglo XVIII. Con el Siglo de las Luces la Inquisición se reconvirtió: las nuevas ideas ilustradas eran la amenaza más próxima y debían ser combatidas. Las principales figuras de la Ilustración española fueron partidarias de la reforma de la Inquisición y en algún caso de su abolición. Muchos de los ilustrados españoles fueron procesados por el Santo Oficio, entre ellos Olavide, Iriarte y Jovellanos.

Bajo el reinado de Carlos IV la Inquisición fue perdiendo fuerza, los ilustrados y el pueblo apoyaban cada vez más al Trono frente a la Iglesia, cuya labor estaba más centrada en el bienestar social. Como consecuencia de la pérdida de poder inquisitorial, surgieron publicaciones que pugnaban en contra de su abolición, argumentando su poder y utilidad mediante publicaciones prohibidas, impresas en librerías de diferentes ciudades del territorio español, entre ellas Valladolid, de donde procede el presente ejemplar.