Las voces del rostro, por Guillermo Busutil
La pared de una isla convertida en una galería de espejos. Y en el epicentro de cada uno el enigma de un rostro. Femenino, desnudo, ovoide. Haikús de un instante sublimado en el que el ojo que ves no es ojo/porque tú lo veas/ es ojo porque te ve. Qué presente el verso de Antonio Machado en la propuesta plástica con la que Diego Santos, a través del dibujo, esculpe la máscara, la cara, la persona. La identidad como imaginación o producto de una figuración emocional.
Diego Santos, hedonista y estilizado, conjura a Brancusi, a Modigliani, al maestro Kitagawa Utamaro, a Dalí y a Roy Lichtenstein para transitar por los ismos vanguardistas de la otredad de la imagen y la representación del retrato que él deconstruye mediante la expresividad del fragmento, la simetría y la ruptura geométrica, la composición del color como frontera y configuración a la vez, igual que si cada rostro albergase su doble, el ying yang del misterio de su identidad. Una aventura plástica con la que Diego Santos, al igual que Giacometti, pinta para ver sus semblantes femeninos en el espacio, el volumen de su seducción, su potencia objetual, y para ver cómo surge algo desconocido cada día en el mismo rostro.
La belleza, el asombro, la captura del contorno y del ritmo huidizo de la mirada. El silencio minimalista y alegórico de la boca. El lenguaje del cabello, desde la impronta africana de la sensualidad a la estilización con la que Léonard Autié esculpía el pelo de Marie Antoinette, cuya corporeidad Diego Santos recrea como viento, fuente, psicodelia, laberinto, homenajes a Bourgeois y a la orfebrería de Frank Rebajes.
Hermosos camafeos en el encuadre del cartón como soporte noble. Mujeres oníricas, abstracciones de Vermeer, metáforas del deseo y de la lingüística de la forma, que se llaman Chiasa, Haruko, Bahaus, Madame Schiaparelli. Todas son mariposas de la feminidad, pero su libertad, su amenaza, su idealización no pueden escapar de los espejos donde las colecciona el diávolo Barba azul con autorretrato duchampiano.
Sólo nos queda brindar por ellas.
12
diciembre 2024
12
enero 2025