Una de las riquezas del diálogo con el arte es la posibilidad de lecturas interpretativas en su análisis. Este jarrón de cristal de Murano decorado con flores que se podría interpretar en época otoñal como una pieza vanitativa. Las flores, por su naturaleza fugaces, conforman uno de los símbolos primordiales de la vanitas barroca. El color rojo recuerda el líquido abyecto que, aunque vital, está asociado a la muerte. El jarrón como recipiente, se reserva para flores que marchitarán tan pronto estén cortadas y allí colocadas, recordando que la vida es tan sólo un parpadeo, una pompa de jabón. Sin embargo, la misma pieza puede suponer una gran felicidad primaveral: cuando el mundo florece tras el largo invierno.
El jarrón de 28 x 18 cm es un ejemplo de la técnica llamada millefiori, que en la actualidad se asocia a la cristalería veneciana. La producción del vidrio veneciano se ha concentrado en la isla de Murano desde el siglo XIII. Hoy en día Murano es conocida por su vidrio artístico, sin embargo, tiene una larga historia de innovaciones en la fabricación de vidrio.
Millefleur, en francés “mil flores”, se refiere a un estilo de fondo de numerosas y diversas flores y plantas, que suelen aparecer en el paisaje, como si crecieran sobre la hierba. Se utilizó sobre todo en la tapicería europea de finales de la Edad Media y principios del Renacimiento.
Mientras que el término millefiori es una combinación de las palabras italianas “mil” (mil) y “fiori” (flores) y se refiere al trabajo en vidrio. El uso de esta técnica es anterior al término millefiori, y hoy en día se asocia más a la cristalería veneciana. La fabricación de este tipo de mosaicos de vidrio se remonta a la época de los antiguos romanos, fenicios y alejandrinos. A menudo se incorporaban a pisapapeles de vidrio artístico.
Marta, vuestra librera